
En el primer cuarto de siglo y posteriormente unos cuantos años más, el campo no sólo era trabajado por el hombre, sino también por la mujer. Pero como no había medios de locomoción y había que estar de sol a sol, se hacían quinterías. Era tan maravilloso contemplar entonces los campos, alegres y joviales, con el buen humor de sus gentes, cantando mientras realizaban sus faenas, Y cuando el sol se ponía, y llegaba la hora de descansar, las noches eran interminables, divertidas, los mozos tocando, las mozas bailando y cantando, transparentándose sus siluetas a la luz de los candiles.